A partir del día
en que te marchaste,
cubro mis tristezas
con vulgar careta.
Voy por esas calles
erguida y altiva,
como si mi vida
fuera un carnaval.
Nadie ha descubierto
el dolor tan sordo,
que cual una espina
mi alma atraviesa.
Nadie verá nunca
mi amarga sonrisa,
ni sabrá del llanto
que moja mi piel.
Y por esas calles
bañadas de luna,
en cualquier esquina
reiré con locura,
bajo esa careta
de mi desventura.
Si tenías que irte,
¿Por qué a hurtadillas
sin decirme adiós?
Hoy...
voy ocultando
mi negra tristeza
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