Lenguas kilométricas
buscan en los cauces
de los viejos ríos,
una gota clara
como agua de luna.
Millones de fauces
hurgan en la tierra
la savia del bosque.
El agua del mar,
se ha ido extinguiendo
ni un simún refresca
la candente arena,
explotando el sol.
Solamente flota
una enorme bola
de caucho quemado,
rebotando apenas.
Ya no queda más.
Abril 2005
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