Callaron las campanas
en Kuwait, Irán, Irak;
Tel-Aviv, Bagdad y Libia.
Calló mi corazón por la tristeza
de tantos inocentes masacrados
en otra inútil lucha.
Las campanas callaron,
y un estruendo mortal
ennegreció la tierra.
Los rumores se esparcen;
las gargantas humanas,
con voces desgarradas,
gritan que un loco
sueña que es hombre-Dios,
pero un dios endiablado.
¡ Loco ! Desiste de esa fantasía.
Dios es amor;
tú quieres arrasar este planeta.
Las campanas callaron.
Se congeló el canto de bronce
del bajado sonoro,
en escuelas y templos.
El último tañido se perdió
entre el diabólico estertor
de otra posible guerra.
Las campanas doblan...
Doblan al muerto.
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