Esta desesperanza que me invade;
este dolor opreso aquí en mi pecho;
estas manos vacías como el aire,
y el ama en este infierno sin tu amor.
El corazón al borde de un abismo;
la vida sin motivos ni mañana.
Nada ya que esperar;
todo el un mar oscuro,
donde mis barquichuelos de papel,
rotos naufragan.
Pudimos tú y yo, caminar sobre el agua,
pudimos ser dos águilas,
y devorar distancias.
Pudimos escalar regias montañas;
pero diste la espalda y te marchaste,
y nada pudo ser.
Fue por tu causa.
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