En una habitación
de ocho por cuatro,
atestada de libros
y de trapos,
si otra compañía
que sus recuerdos,
y sin nadie que le diga:
vengo al rato,
habita una mujer.
Algún día tuvo hijos
que quizá ya olvidaron,
por hallarse tan lejos,
la ruta del regreso.
La memoria se apaga
como leña mojada;
por eso no recuerdan
a la anciana que habita
el cuarto solitario,
que mide solamente
ocho por cuatro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario