Quisiera caminar tranquilamente
a orillas de la playa humedecida,
cuando el monstruo del mar
duerme sereno.
Tengo deseos de recorrer el bosque
donde imperan los verdes oyameles,
para escuchar el canto de las aves
entonando sus trinos dulcemente.
A la sombra callada de los pinos,
recostarme a dormir,
teniendo como lecho la hojarasca,
donde brotan las prímulas silvestres,
y dormir... y dormir plácidamente,
mientras un ruiseñor alegre canta.
Desnudarme a la vera de algún río,
que librando las piedras serpentea,
y dejarme llevar por la corriente
hasta llegar al mar. Esa es mi idea.
Olvidar el pasado y el presente
y bajo el celaje deslumbrante
dejar que el agua me envuelva con su espuma.
Y no volver jamás
¿Para qué? Los recuerdos me atosigan.
Roto mi corazón como un andrajo,
me dejaré llevar
cuando arrastra los peces la marea.
Flotar bajo ese cielo
bajo la clara luz de las estrellas
y no volver para que nada hiera
mi cuerpo desgarrado en su materia.
Montañas, arroyuelos,
bosque y cielo
miren a esta mujer
morir a medias.
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