¡AH! HUMM, mi espejo; mi adorado espejo con su marco dorado, que refleja mi cuerpo joven y voluptuoso. Pero, ¡oh!, maldita suerte, un pedruzco entra como bólido por la ventana y lo hace añicos. Me voy quedando sin boca, sin ojos, sin cara. Toda yo voy cayendo a pedazos. Queda un solo trozo, mi pubis, que se desliza avergonzado hasta ocultarse en un agujero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario