Alguien quiso prestarme
sus poderosas alas,
para cruzar los aires
sin lastres de dolor.
Quiso tomar mi mano
y conducirme al cielo;
pero tenía enraizada
mi vida en el letargo,
y no pude zafarme
de esa odiosa prisión.
Alguien quiso llevarme
a conocer la gloria,
pero un miedo infinito
se apoderó de mí.
Y me quedé clavada
con miles de alfileres,
igual que mariposa
en un exhibidor.
Alguien quiso envolverme
en sus cálidos brazos,
y cercenar de un tajo
mis temores de ayer.
Y no tuvo la fuerza
ni el amor suficiente,
para matar mis miedos
de aprender a querer.
Alguien quiso mostrarme
caminos diferentes,
y temblé cual palmera
que sacude el ciclón.
Y no volé hasta el cielo,
y no quemé mis miedos,
y me quedé enraizada
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